Partida 12
Al amanecer se despertaron los cuatro compañeros y se pusieron a comer para recuperar fuerzas. Arawon y Mialee estuvieron mirando la puerta y discutiendo si debían buscar las llaves o abrirla directamente con un ritual de apertura que sabía este. Mientras hablaban Theren y Diase los miraban siguiéndolos con los ojos y los brazos cruzados. Al final para ahorrarse tiempo y sufrimiento decidieron utilizar el ritual. Arawon esparció por la puerta los polvos alquímicos del conjuro y pronunció las palabras. Una llave azul apareció delante de la puerta y se metió en su interior. La puerta se iluminó con un color ambarino durante diez minutos y desapareció. Entre los cuatro empujaron la puerta manualmente hasta tocar la pared. Vieron una escalera que bajaba iluminada con antorchas. Bajaron en fila por ella hasta llegar a una gran sala de paredes y suelo de marmol; el techo era de piedra y las columnas que la rodeaban eran como la sala principal que entraron, de arena y sujetadas por magia; entre las columnas unas antorchas iluminaban la estancia. En el centro se encontraba un gran dibujo del símbolo sagrado de la resurrección; a los lados de este se hallaban dos sepulcros, el de la izquierda era de un hombre y el de la derecha una mujer. En la cabecera de cada uno se hallaba una maceta con una planta. A los 2 metros detrás de la planta izquierda, se hallaba un pequeño estanque cuadrado con agua y al fondo entre dos columnas un pequeño cofre. Los cuatro fueron pasando entre las tumbas y Mialee que estaba más cerca abrió el cofre. De él salió un pergamino, se abrió y leyó en alto que ponía: “En este cofre no esta el objeto”. Aún estando delante del cofre aparecieron por el hueco de la escalera el tiflín brujo paladín y el mago guerrero. Les dijeron que hasta ahí habían llegado y que gracias a ellos podían entrar en la sala que en realidad ocultaba dos partes de la vara. El tiflin sacó de un bolsillo el orbe de las almas y llamó delante suyo a dos guardianes de tumbas esqueléticos que cada uno tenía cuatro brazos con cuatro cimitarras. Los cuatro amigos corrieron hacia ellos. Arawon lanzó una bola electrizante azul a los esqueletos que les alcanzó. Diase golpeó con su hacha al que tenía a su derecha. Theren atacó con su espada al de la derecha y Mialee con su espada bastarda igual a ese. Los esqueletos estaban atrapados entre los dos que tapaban la salida y los cuatro que no les dejaban maniobrar ni moverse. Arawon les atacaba con su vara, Mialee y Theren con sus espadas y Diase con su gran hacha. Después de varios ataques ambos esqueletos quedaron destrozados con los huesos rotos y los cráneos hundidos. El tiflin vio como sus guerreros quedaron deshechos. Mialee empezó a pensar en los objetos. No estaba el símbolo sagrado de la resurrección en el cofre y había dos guardados ahí. Se dió la vuelta para inspeccionar la sala y se fijo que el sepulcro de la mujer en el cuello llevaba un colgante con el mismo aspecto que dicho objeto. Pensó que ahí debía estar y el otro que se hallase en la habitación debería estar o en el sepulcro del hombre o en el estanque en el fondo del agua. Pero no podía decírselo a los demás estando los dos que los querían allí delante.